El proceso de caminar y de peregrinar

Vamos a pensar qué ocurre en el proceso de peregrinar cuando, por ejemplo, hacemos el camino de Santiago. Veamos antes algunos detalles sobre la constitución del ser humano. Estamos en un cuerpo físico, pero también tenemos y habitamos cuerpos sutiles —emocional y mental—: está claro que pensamos y tenemos emociones continuamente. Dependiendo de las situaciones a las que nos enfrentemos en nuestra vida diaria, las emociones y los pensamientos se van quedando atascados, repetidos, los surcos cerebrales se hacen más profundos y los pensamientos y emociones se activan casi solos. Son circuitos “facilitados”, es decir: se activan con mínimos impactos o sin ellos. Nos sentimos en “circuito cerrado”.

Podemos decir que el cuerpo es un sistema de memoria y que algunos contenidos se quedan atascados al cerrarse los circuitos de circulación energética. ¿Qué pasa cuando caminamos? Cuando caminamos activamos nuestro cuerpo físico, que va movilizando más energía y desatascando los canales. Con ello va aumentando nuestra vibración general. A medida que aumenta nuestra vibración general, los contenidos más densos tienen que desprenderse, pues no pueden vibrar a esa frecuencia más alta. Conforme estos contenidos tienen que desprenderse del sistema corporal —el sistema de memoria— estos contenidos pasan necesariamente a nuestra conciencia para ser revisados antes de podamos dejarlos. Este es el efecto de la peregrinación: a medida que caminamos y nuestra vibración se eleva, surgen a la conciencia los contenidos más densos que estaban pendientes en nuestra vida a fin de ser revisados, observados. Y este proceso se potencia cuando la peregrinación está presidida por una intención de purificarse, de limpiarse, de hacer borrón y cuenta nueva, de soltar lo que nos sobre, los miedos, los resentimientos, etc.

La intención manifestada y mantenida actúa como una especie de contenedor dentro del cual se albergan los pensamientos y emociones que están acordes con ella. En este sentido, este enfoque de la vida psíquica centra la atención en el desarrollo de la intención elegida. La intención establecida hace que el caos de pensamientos y sentimos que conforman nuestra vida interna se vayan centrando y adquieran cierta coherencia y esta coherencia, junto con el proceso de aumento de nuestra vibración general, es lo que genera el bienestar que sentimos al concluir el proceso de peregrinación. 

Por Miguel Iribarren.

Por Miguel Iribarren

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